Consiste en organizar el conocimiento, atendiendo al interés de los alumnos en su desarrollo mental, físico y espiritual, descubriendo sus capacidades e impulsando la reflexión y la investigación. Poniendo en práctica los valores indispensables en el ser humano, como son la dignidad, la participación, la diversidad y la continuidad en la naturaleza, que es la comprensión de uno mismo como parte de esa naturaleza.

Comprendemos la necesidad de inculcar en los procesos de formación la responsabilidad personal en lo que nos rodea, la búsqueda, investigación, reflexión y cuestionamiento del conocimiento, vivenciándolo y asumiéndolo de conformidad consigo mismo. No vemos a nuestros alumnos como receptáculos de información, sino como agentes activos que descubren el conocimiento, no sólo con contenidos sino de una manera activa. El ser humano así formado será libre porque se le ha estimulado su capacidad de pensar, de reflexionar, de discernir, de convivir en la diversidad, de cuestionar y cuestionarse y asumirse en un medio natural al que pertenece y por tanto debe cuidar como parte de si mismo.